Parece que las bodas de verano empiezan a llegar, así que hoy hablaremos de ellas.
Con la llegada del calor solemos utilizar ropa más ligera y de colores más claros en nuestro día a día. ¿También para las bodas? Pues sí, también en las bodas, pero todo en su justa medida.
Por mucha calor que haga no debemos ir con escotes de vértigo y ni minifaldas, y mucho menos si la boda es religiosa. Si nuestro vestido es con los hombros descubiertos nos los debemos de cubir con una chaqueta o chal para la ceremonia religiosa, cuando está acabe nos los podemos descubrir. El largo del vestido debe de ser por la rodilla en el caso de que sea una boda de mañana y por debajo de la rodilla o largo si es de tarde-noche.
Los colores que utilizamos suelen ser más claros pero nunca el blanco, que como hemos hablado en otros post, es el color por excelencia de la novia. Tenemos una gran gama de colores claros como el nude, verde menta, los pasteles, etc. Para ir más cómodos y frescas podemos elegir tejidos como el lino, seda o muselina. Estas pueden ser lisas o con estampados, en el caso de que sean estampadas debemos escoger un color para que combine con los zapatos, la cartera o el tocados.
Nuestros pies también los solemos dejar al aire, cambiando los zapatos de salón por sandalias más coloridas y en algún que otro caso con brillo, pero por favor sin abusar, no olvidemos que vamos a una boda.
Para terminar NO A LAS GAFAS DE SOL Y AL EXCESO DE JOYAS. Dejemos que se nos vean nuestros ojos. Respecto a las joyas con unos pendientes adecuado a nuestro traje y alguna pulsera tendremos bastante si no queremos parecer el mueble de nuestras abuelas.
Con estos pasos a seguir será suficiente para acudir a una boda como la invitada perfecta.